jueves, agosto 31, 2006

Tipos mexicanos del siglo XIX

Posted in Libros, México a 11:51 pm por tlahui

Tenemos una escuela de extensión de la UNAM a menos de 5 kilómetros. A lo largo del año, la Escuela de Extensión en Canadá es sede de un sinnúmero de actividades artísticas y culturales organizadas tanto por la UNAM, como por diversas instituciones y las comunidades latinas en la capital de Canadá. A pesar de todo ello nunca habíamos visitado la ESECA, la razón principal es que como está en otra ciudad, cruzando el río, pues ¡uta! ¡se nos hacía super complicado ir!

Ayer fuímos buscando los servicios que ofrecen. Es muy sencillo ir, de hecho hasta podríamos ir a pie (Google Maps dice que en auto (respetando los sentidos de las calles) son 3.7 km). En lo que Tere hacía un examen me sugirieron ir a la cafetería o a la biblioteca de la ESECA.

En los 8 años que estuve en la UNAM, una de las cosas que más use (aunque no tanto como yo hubiera querido) son sus bibliotecas, fuí usuario registrado de las bibliotecas de la Facultad de Ciencias, el IMATE, el IIMAS y la Biblioteca Central. Además de que en múltiples ocasiones usé los servicios de las bibliotecas de la Facultad de Química, el Instituto de Filosofía, y el CECADET. Así que me dió curiosidad conocer esta biblioteca. Tere dice que me brillaron los ojos cuando escuche la palabra biblioteca.

Comparadas con las bibliotecas antes mencionadas, la biblioteca de la ESECA tiene una colección muy pequeña: 5 estanterías como de 4 ó 5 metros de largo y una sección de enciclopedias y revistas. La mayoría de los libros están en español, pero también tienen una sección de libros en inglés y una más pequeña de libros en francés. A pesar de que el tamaño pudiera ser decepcionante, uno nunca sabe lo que se puede encontrar en una biblioteca, así que comencé a hacer un inventario muy rápido, realmente uno nunca sabe cuando va a necesitar un libro de algún tema en partícular y por otro lado, nos gustaría conseguir libros en español para Rodrigo.

Primero identifiqué las secciones principales: Revistas, enciclopedias y consulta, francés, inglés, literatura, artes, cultura, niños! De entrada ya había encontrado algo de lo que buscaba. Luego comencé a ver con más detalle, recién comencé me encontré al menos 3 colecciones de códices prehispánicos, me dieron mucha tentación, pero ver uno con cuidado me hubiera tomado mucho más tiempo del que disponía. En otra ocasión lo haré. Hubo otros títulos que me llamaron la atención, sin embargo, todavía en la primer hilera de libros hubo uno en partícular que me llamó mucho la atención, desde el título en la solapa: «Las once y serenooo!» Esa es una frasé que llegué a escuchar de mis padres, y a lo mejor en algunas películas mexicanas. Tengo entendido que cuando no había luz eléctrica los serenos se encargaban de dar rondines con una lámpara y gritaban cosas como esa. Pero siempre he tenido curiosidad por conocer exactamente el significado de esas frases, porque además tengo la intuición de que no eran nada más frases, sino que eran parte del lenguaje, quizás propio de un oficio o profesión, pero al fin de uso más o menos corriente.

Así que saqué el libro para ver la portada. Presenta una foto antigüa (después supe que es una foto famosa de un sereno) y debajo de la foto aparece el subtítulo del libro: «tipos mexicanos del siglo XIX». Quedé totalmente sacado de onda: ¿qué significa «tipos mexicanos»? ¿se refería a tipos de personas? ¿o a clases sociales? y ¿qué tenía que ver eso con las once y sereno?, y ¿qué representaba la foto de la portada? ¿De qué trataría el libro? Demasiadas interrogantes para un curioso libro que además, ¡tenía en mis manos!

Comencé a ver si había alguna explicación en la contraportada, pero nada. Hojée el libro esperando hacerme una idea general del contenido, había más fotos antigüas de personas y algunas otras imágenes variadas, ninguna sección del libro claramente identificable. Viendo con más detalle ví que cada fotografía tenía una monografía, pero eso no respondía ninguna de mis preguntas. Así que opté por comezar a leer desde el principio. El texto del libro comenzaba sin mayor preámbulo después de una reproducción a doble página de una pintura del valle de México de finales del siglo XIX, muy parecida a esta de José María Velasco Gómez. Me fascinan los libros con fotografías que ilustran los cambios que han sufrido las ciudades, así que la cosa se ponía interesante. Después de leer los primeros párrafos, decidí ponerme cómodo y leer todo lo que pudiera.

¡Wow! ¡qué libro tan chingón! La introducción (uno descubre que es la introducción sobre la marcha) describe de una manera muy natural y amena la vida en la ciudad de México en 1870 y aprovecha ese escenario para esbozar brevemente el trabajo de dos artístas de esa época (Antíoco Cruces y Luis Campa) que incursionaron? en la popularización del daguerrotipo e iniciaron un proyecto fotográfico muy interesante y ambicioso: documentar fotográficamente los tipos (grupos étnicos) mexicanos de su época. Aunque no fueron los únicos que tomaron fotografías de la gente, si fueron los más famosos y eran socios en EL estudio (y galería) «fotográfico» más importante de México: Cruces y Campa.

No tuve tiempo de leer mucho más que la introducción del libro, sólo unas cuantas fotografías y monografías más. Sin embargo lo que leí me fascinó. Mi imaginación se transportó a una ciudad de México fantástica que no puedo añorar, pero que me hubiera encantado conocer. Pero además me hizo recordar olores, colores, sabores que de niño me maravillaban. Y me hizo ver que aunque todo eso parece perdido por el tiempo, la monstruosidad y la inhumanidad de la ciudad, aún se puede adivinar en muchísimas de las cosas que uno puede ver en la ciudad. No crean que la nostalgia se apoderó de mí, aunque el museo del templo mayor es mi museo favorito, en mis últimos años en el D.F. más bien viví acostumbrado a la cotidianeidad y rara vez me dí oportunidad de maravillarme de toda la historia que también habita en la ciudad, o de las personas que conforman su demografía, o de las costumbres, que aunque modernizadas o (casi) extintas, aún se practican. De hecho, más bien he sido desdeñoso de esas cosas, pero este libro por alguna razón me hizo sentir necesidad de redescubrirlas y disfrutarlas nuevamente. Es una sensación que no puedo describir claramente, es algo entre la maravilla y el gozo infantiles, un poco de orgullo por mis orígenes, un dejo de tristeza porque se están olvidando y porque yo las he desdeñado, y un deseo inmenso por conocer más.

Ojalá me entendieran porque de hecho, estas reflexiones también han logrado que el trabajo de mis suegros y los proyectos de Tere adquieran una nueva dimensión ante mis ojos. Aclaro que esos trabajos y proyectos siempre han merecido mi respeto y aprecio, sin embargo creo que ahora entiendo mucho mejor cómo se siente Tere cuando lee a su mamá, revive los relatos de su papá, o se emociona cuando me platica de Chilapa. También me hace creer que ahora puedo entender mejor a personas como mi papá, mi abuelita, o Toño Gómez, cuando se emocionan platicando alguna anécdota, y también a otras personas cuando se quejan de la frialdad de la ciudad o de nuestros tiempos.

Definitivamente me voy a inscribir en la biblioteca de la ESECA y voy a leer con mucho cuidado el libro, y otros que me vaya encontrando. Además, parece que el libro todavía se puede conseguir, así que creo que ya tengo el regalo ideal para algunas personas muy queridas a las que nunca sé qué regalarles.

Por otro lado, voy a convertir en uno de mis hobbies el aprender de nuestras costumbres e historia porque no quiero que esta sensación se me olvide en un par de días, y de hecho quiero que me lleve a contribuir, aunque sea un poco, en la difusión o conservación de nuestra historia, cultura, costumbres, lenguaje, etc.