lunes, agosto 28, 2006

Viaje a Vancouver

Posted in Canadá, Viajes a 10:18 pm por tlahui

El 25 de julio salí de Ottawa hacia Vancouver, era un día moderadamente caluroso en Ottawa. Sylvain y yo viajamos y nos hospedamos juntos, así que ese día él se ofreció a venir por mi. Como a las 4 de la tarde nos tocó la puerta y nos dispusimos a salir. Edgar Rodrigo lloró mucho, pero sospecho que fué porque no se subió al auto de Sylvain.

Desde el día anterior preparé mi maleta y mi poster. Aunque llevaba muy pocas cosas, el poster era bastante grande (1.5×1.1 m)y por lo mismo estorboso (el tubo mide 1.7 m de alto) y tenía duda de que me permitieran llevarlo conmigo en el avión, aunque cupo sin problemas en el auto. Llegando al aeropuerto buscamos dónde conseguir el pase de abordar y por primera vez usamos unas maquinitas en las que metes tu tarjeta de crédito o de viajero frecuente, o escribes tu número de reservación, te dice cómo te llamas y te deja elegir asiento antes de imprimir el pase.

Al entrar al avión, la persona de la tripulación que estaba en la entrada vió mi tubote y me dijo que si lo podía guardar, yo no tenía idea de si cabría en los portaequipajes, así que su propuesta de ponerlo en el closet de la tripulación me pareció fantástica. A cambio me pidió autorización para quedarse con el poster si yo lo olvidaba ahí, je. Sylvain hizo lo mismo con su poster. El asiento estaba bastante incómodo, yo no cabía bien, y no a lo ancho, sino a lo largo, no podía doblar mis rodillas porque medio rozaban con el asiento de adelante, y tampoco había espacio para estirarlas. Sylvain iba sentado detrás de mi y yo estaba justo frente a la pantalla, así que me pidió que me agachara para que el pudiera ver la película, fué sumamente incómodo y yo terminé todo entumido.

El vuelo duró como 5 horas, llegamos temprano a Vancouver así que propuse ir en autobus al hotel. Yo ya había estado en Vancouver hace 3 años y sabía más o menos cómo moverme en la ciudad, además de que ya había investigado cómo llegar al hotel. Lo malo fué que al llegar a nuestra parada, el chofer no nos dió tiempo de abrir las puertas y nos bajó hasta la siguiente parada, lo cuál fué incómodo por las maletas y los posters.

En la recepción del hotel nos dieron las llaves de la habitación y nos dijeron que teníamos una excelente vista. Llegamos a la habitación y lo primero que hizo Sylvain fué checar la vista, era una burla, estabamos en el quinto piso y lo único que podíamos apreciar era el techo de la sala de convenciones del hotel. Pero bueno, después de todo no teníamos planes de quedarnos todo el día en la habitación para apreciar la vista, je. Llamé a Tere y nos dispusimos a buscar un lugar para cenar.

Caminamos por la avenida Granville a ver qué hallabamos, pero estaba medio muerto, así que terminamos por tomar un café en un starbucks. Luego el tenía ganas de un bar o de bailar, y aunque había varios bares, ninguno nos llamó la atención, por lo que terminamos en un pub llamado «El furniture warehouse, mexican restaurant». Al entrar nos pidieron identificación, me pareció cómico pues dudo que con mis canas piensen que soy menor de edad. La música estaba agradable, nos recomendaron una cerveza que nos pareció terrible pero nos la terminamos, luego Sylvain pidió un martini con cerezas o algo así y unos tacos de pollo (a 35 pesos cada uno) que estaban buenos. Me convenció de que pidiera un martini como el de él pero como nunca llegó el se molestó y pedimos la cuenta, en compensación nos regalaron un caballito con el martini que pedimos.

Al día siguiente nos fuímos a registrar en el congreso, ése día no era el congreso en el que ibamos a participar, sino otro que se organizó conjuntamente, de cualquier manera revisé el programa de ese día y como no encontré nada que me interesara, me uní a la propuesta de Sylvain de aprovechar el día para pasear. Primero fuímos a desayunar, Sylvain me dijo que quería ir a Grouse Mountain o a Capilano, pero primero fuímos a Canada Place a tomar fotos de la bahía.

Bah�a desde Canada Place

Ahí cerca está el centro de información turística, así que fuímos a preguntar cómo ir al puente de Capilano y dónde comprar un pase de autobus para todo el día. Resultó que ahí mismo compramos el pase de autobus y la entrada a los puentes. Además para ir allá teníamos que cruzar la bahía, ya fuera en seabus o por el puente, optamos por la primera opción, pues además estabamos muy cerca de la terminal del seabus.

Puente desde la Bah�a

En la estación del otro lado de la bahía hay un mercado y un mirador desde el que se puede ver el centro de Vancouver. Ahí cerca también está la parada de autobuses donde tomamos el que va a Capilano.

Vancouver

El puente de Capilano está muy, muy padre. Está en medio del bosque y lo tienen adecuado como parque temático, todo el personal usa vestuario especial y la entrada está adecuada como una colonia antigüa, hay tótemes y el puente es impresionante. Debajo del puente pasa un río y del otro lado hay varios estanques encantadores y puentes entre las copas de los árboles.

Puente Capilano

Bosque desde el puente

R�o y sombra desde el puente

totem

puentes colgantes

No pude evitar recordar mis paseos con mi compadre Rodrigo Pelayo a la barranca de Huentitán, en los que casi siempre cruzabamos el puente de Arsediano (que también es colgante y pasa sobre un río). Sin embargo más tarde ese día tuve todavía más motivos para recordar esos paseos, especialmente por lo cansado que resultaba bajar a la barranca y sobre todo subir.

Nos regresamos a Vancouver en autobus, cruzando la bahía por el puente. Puse la cámara a tomar fotos continuamente, y varias salieron muy bien.

Vancouver desde el puente

Sylvain queria ir a la playa a tomar fotos del océano, en la oficina de turismo nos dijeron de algunas playas donde podíamos ver hacía Victoria, pero dificilmente tendríamos la vista libre hacía el océano. De cualquier manera Sylvain quería ir a la playa que está en la Universidad de British Columbia. Llegando a UBC le pregunté a un policía como llegar a la playa. Nos explicó, pero decidimos tomar una ruta diferente. Nos perdimos pero valió la pena porque caminamos por la parte más bonita de UBC. Camino a la playa encontramos un mirador y un jardín muy bonito. Luego ya perdidos, queríamos hallar un camino hacía la playa, y pasamos por el museo de antropología.

Jard�n desde el mirador en UBC

Finalmente encontramos el camino a la playa, que era de bajada, bajada y bajada.

mar iendo a la playa

Sin embargo las sorpresas no habían terminado ahí, pues al llegar a la playa descubrimos que se trataba de una playa nudista, y nadie, ni en la oficina de turismo, ni el policía, nos advirtió. Así que sólo tomamos fotos donde no hubiera gente y así evitar que nos vieran feo.

paisaje desde la playa

La playa estaba medio fea porque casi no había arena, pero caminamos por la playa en busca de otro camino para regresar y llegamos a un lugar donde la playa se compuso y por lo mismo había más y más gente, y luego encontramos el camino, seguimos por la playa y de repente se terminó porque había un aserradero. Tomamos más fotos y nos regresamos.

reflejo

La subida estuvo dura y ahí fue donde más recordé los paseos a Huentitán. Regresamos al centro, entonces Sylvain tenía ganas de cenar en un McDonalds, así que nos fuímos caminando por Robson en busca de uno, o alguna otra cosa, los hotdogs y hamburguesas en la calle nos hacían ojitos, pero Sylvain primero quería agotar la opción de McDonalds. Había muchísima gente en la calle, y es que había fuegos artificiales en otra playa que nos quedaba más cerca de nuestro hotel, pero ya estabamos taaaaaan cansados que después de cenar nos fuímos al hotel. Después de un buen baño me puse a revisar el programa del congreso para los días siguientes, y Sylvain se fué a leer a un café.

Al día siguiente, fuímos a la primer conferencia plenaria, que fué un tanto decepcionante, luego fuímos a desayunar, y como no había más pláticas interesantes nos fuímos a explorar una zona que se llama Gastown (No llevé cámara y Sylvain no me ha pasado las que el tomó). Lo más interesante de ese sitio es que es una de las calles que todavía conserva sus edificios y mobiliario urbano originales. Regresamos al hotel, nos encontramos con Marcie y nos sugirió ir a comer con Michael Anderson. Él sugirió ir a un lugar llamado «Bin 941 Tapas Parlour«, estaba a 3 cuadras del hotel, así que nos pareció muy bien. ¡¡¡Qué comida tan maravillosa!!! medio extravangante, pero de verdad que fué sensacional! al revisar el menú de bebidas Sylvain vio que había cerveza «La fin du monde» pidió una de 3 cuartos de litro para los dos. Excelente cerveza! y muy fuerte por cierto, terminamos pidiendo una segunda y medio happies. Lo mejor de todo fué que decidimos compartir la comida, así que probamos 4 entradas y 4 platillos, ¡wow! de verdad si algún día van a Vancouver, tienen que ir a comer a ese lugar (941 Davie st.). Nos salió en 40 dólares cada uno, pero nadie se arrepintió.

El resto del día estuvimos en el congreso, la plática de Peter Slezak me gustó mucho a pesar de que la dió super rápido. Ese mismo día en la noche tuve oportunidad de conocerlo pues fuímos a platicar a un bar él, un amigo de él, Sylvain y yo. Muy agradable persona.

El día siguiente no hubo mucho más que congreso. Robert West nos sugirió ir a comer a un lugar llamado «Sala Thai», fuímos todos los de Carleton, Ron Sun, uno de los principales organizadores del congreso, y otras 2 personas que iban con él. No tuve oportunidad de conocer a Ron. Sin embargo la comida estuvo bastante buena, de nuevo la comida fué compartida, aunque en esta ocasión Robert ordenó los platillos. Yo estoy acostumbrado a compartir la comida con mis mejores amigos, así que a mi me parecía muy buena la idea, pero hubieran visto la cara de uno de los tipos que iba con Ron. En la noche fuímos a un restaurant de comida griega porque Terry dijo que ahí iba a haber gente del congreso. El lugar no fué la gran cosa, pero Sylvain Marcie y yo estuvimos platicando de política con Peter. Muy agradable velada.

El último día del congreso estuvo medio aburridón, en la mañana cerramos la cuenta del hotel e imprimimos los pases de abordar ahí mismo. Al medio día otra vez fuímos toda la banda de Carleton a compartir la comida, esta vez a un restaurante de comida china, estuvo sabroso, pero no fué nada espectacular. En la tarde fué la sesión de posters en la que tanto a Sylvain como a mi nos tocó presentar y a las nueve de la noche, como una hora y media antes de que terminara el congreso, tuvimos que empacar nuestro cartel pues nuestro vuelo de regreso partía a las 11 de la noche.

Nos fuímos en taxi al aeropuerto. Yo pensé que dormiría de regreso, pero no fué así, me chuté las 2 películas que pusieron, hasta me gustaron. Llegamos a Ottawa el domingo poco después de las 5 de la mañana. Sylvain tomó un taxi a su casa y yo me fuí en autobus. Estaba muy cansado pero muy feliz de ver de nuevo a Tere y a Edgar Rodrigo. Y los siguientes días estuve de muy buen humor.

jueves, agosto 24, 2006

amazon.ca

Posted in Canadá a 11:54 pm por tlahui

Hace una semana ordené en línea el libro de texto para el curso básico de neurociencias que tomaré los próximos dos cuatrimestres. El librito de más de 1400 páginas costó 135 dólares con todo e impuestos. Según la página de amazon.ca el libro que pedí era el último que tenían en existencia, lo pusieron en la mensajería el viernes y lo entregaron en la universidad el lunes. El martes que fuí a hacer algunas cosas a la universidad, necesitaba imprimir mi informe para Conacyt y la impresora estaba fallando, así que fuí a comentarle a la oficial del instituto, en eso ví una cajotototota de amazon.ca y le pregunté si no me había llegado nada (le pregunté porque aunque se supone que el libro fué entregado el lunes, el correo interno de la universidad podría no haberlo entregado aún, y no había nada en mi buzón.) Lianne me dijo que si, que esa caja tenía mi nombre. Me extrañó demasiado, la caja es un poco más grande que el empaque de una pantalla LCD de 19″. La intriga me abordó inmediatamente, chequé que la caja tuviera mi nombre, así era. Le dí las gracias a Lianne y me dispuse a levantarla del suelo. ¡Diablos! pesaba muchísimo. Vi que en una etiqueta pegada a la caja decía «Intel», me pregunté si la caja no contendría algún electrónico, quizás alguna pantalla LCD, pero aún así pesaba mucho como para que fuera eso.

Sólo había una forma de averiguar qué pasaba, así que llegando a mi oficina rápidamente abrí la caja, para encontrarme con otra caja… así que lo que fuera que pesara tanto cabía en una caja ligeramente más pequeña, se me ocurrió que a lo mejor el libro incluyera materiales adicionales, o que me hubieran enviado en realidad una caja de ejemplares del libro que pedí. Pero el sitio web decía que sólo tenían en existencia el ejemplar que me enviaron. Saqué la segunda caja y al abrirla confirmé que la caja contenía 4 ejemplares del libro. Saqué mi copia para verificar que eran 4 libros. En México a los libros chonchotes que sólo leen los ratones de biblioteca les llamamos tabiques porque son rectangulares y sólo sirven como pisapapeles, pues este libro pesa como 4 tabiques, no sólo tiene más de 1400 páginas, sino que es de pasta gruesa, las páginas son gruesas y tamaño carta.

Ya reporté el error a amazon.ca, mañana voy a poner en el correo la caja con los 3 libros extra. ¿Pero qué creen? mientras escribía esta entrada revisé mi factura y el precio publicado, y también ahí se equivocaron, me cobraron 54 dólares de más + impuestos. ¿Qué pasa en amazon.ca?

miércoles, agosto 23, 2006

Primer año en Ottawa

Posted in Canadá, Ottawa, Personal a 9:28 pm por tlahui

El 3 de agosto, además de nuestro aniversario de bodas, cumplimos un año en Ottawa. Fue un año muy difícil, no porque fuese imposible o porque el primer año requiriera de habilidades extraordinarias. Simplemente fué un cambio radical, digámos que una aventura extrema, casi deporte extremo, para la que no estabamos preparados sicológicamente. Antes de venir yo creía que me estaba poniendo viejo de corazón pues a mi edad yo ya no buscaba aventuras extremas. ¡Qué equivocado estaba! je.

Reconozco públicamente que yo pensé que todo sería suavecito, con muchas novedades si, pero sin mayores preocupaciones. Según yo estaba más que preparado para enfrentar lo que fuera sin mayor problema para ninguno de los tres. Pero a pesar de que pedí consejo a mis amigos y que procuré estar informado sobre el movimiento en esta ciudad, lo que no preví me tomó por sorpresa y me superó por momentos.

Los consejos de mis amigos Felipe, Franz y Rafael fueron muy útiles, pero no cabe duda de que no hay mejor forma de aprender que viviéndolo en carne propia. Los primeros días y meses fueron particularmente difíciles porque no teníamos idea de infinidad de cosas, incluyendo el cómo averiguar, y aunque Felipe me contactó con amistades, no las teníamos cerca, ni les teníamos confianza como para preguntar TODO lo que necesitabamos aprender. Dos factores que complicaron más las cosas fueron la incertidumbre económica y mis problemas de comunicación. El otro factor que definitivamente nubló mi percepción y perspectivas fué que al llegar nada parecía ir como lo esperabamos.

Recuerden que el día que llegamos a Canadá hubo un accidente en el aeropuerto de Toronto, por lo que tuvimos que ir a un hotel y conseguir otro vuelo a Ottawa, lo cuál fué odioso. Luego el departamento que había conseguido en Ottawa estaba horrendo y el vecindario no me gustaba. No teníamos nada en el departamento, no sabíamos dónde comprar, los precios nos parecían (son) exorbitantes, y no teníamos manera de comparar precios como para comprar sabiamente. Además las tiendas de autoservicio que ibamos encontrando me parecían de otro mundo, no encontraba nada de lo que buscaba. E incluso comer en la calle era traumante porque no hallabamos nada económicamente accesible y no nos queríamos arriesgar a gastar una lana sólo para probar.

En retrospectiva, y porque lo he analizado todo este tiempo, puedo decir que realmente Ottawa no es diferente a lo que conocemos en México, simplemente suceden 2 cosas. La primera es que aunque nada es diferente, los patrones que uno percibe en el entorno (culturales, sociales, comerciales, climáticos, contaminación, etc.) si son diferentes, lo cual me hacía estar instintivamente alerta: no quería más sorpresas desagradables. Esa preocupación fué lo que más me alteró y no me permitió disfrutar de las cosas buenas que también hubo. La segunda cosa que sucede es que la vida en Ottawa es extremadamente cara, yo digo que los productos y servicios están sobrevaluados. Se ve que igual los salarios son mucho muy superiores a los que yo llegue a tener acceso en México. Pero por lo mismo desde pequeño fuí acostumbrado a trabajar y a valorar lo que cuestan las cosas, y a ahorrar. Además siempre he sido pobre y todo lo que he llegado a tener lo he ganado con el sudor de mi frente. Así que en mi cabeza no había lugar para concebir o aceptar fácilmente el pagar 35 pesos por 2 litros de leche (nosotros comprabamos la de liconsa a 3.50 el litro, je), 25 pesos por una docena de huevos (menos de un kilo que lo más caro que me llegó a costar en México fueron 16 pesos), o 20 pesos por un pasaje de autobus (con las agravantes de que el servicio de autobus es malísimo comparado con el del D.F., y de que sólo necesito 10 minutos de autobus para llegar a la universidad). A lo mejor sólo soy un codo empedernido y estoy acostumbrado a las cosas baratas, pero de cualquier manera, no me parecía razonable tener que pagar tanto, especialmente sin tener garantía de que el ingreso sería suficiente. O sea que aunque Felipe Contreras lo dijo en broma, es cierto que me estoy volviendo más fresa 🙂 chale!

De cualquier manera vivimos con lo mínimo. El departamento que rentamos es de una recamara y es muy pequeño, no tenemos sala (ahora que me acuerdo, tampoco teníamos en México), ni muchas otras cosas. Pero no me quejo, no nos ha faltado lo básico y nuestros ahorros no se han visto mermados. Lo que si comienza a ser primordial es el planear para el cuarto año, porque sólo tengo beca de Conacyt por 3 años, eso implica que a partir del cuarto año no sólo extrañaremos nuestro principal ingreso, sino que además tendremos que buscar cómo pagar la colegiatura y el seguro médico, o conseguir otras becas.

El vecindario donde vivimos, pues no es el más feo de Ottawa, pero si mucho mejor de lo que yo creía hace un año, de hecho si no fuera por el exceso de palomas, los vecinos que no limpian las gracias de sus mascotas, y la mala o falta de limpieza en la banqueta y elevadores, estaría muy bien. De cualquier manera, es definitivamente mucho, pero mucho mejor que cualquier colonia del D.F. Las tiendas, los alimentos, las reglas de tránsito, las normas morales, las bibliotecas, los centros de salud, los restaurantes, la propina, en fin, todo es en general igualito a lo que conocí en México. A lo mejor algunas cosas son más bonitas o con más variedad y otras son más feitas, estrictas o insípidas, pero el caso es que en esencia son lo mismo y ya no tengo problema en encontrar las carnes, el yogurth, o el cereal en las tiendas de autoservicio, o para ordenar (muy de vez en cuando) en un restaurante, ni para moverme por la ciudad muy a pesar del pésimo servicio de transporte público.

Por el lado del ambiente y la seguridad vivimos mucho mejor. A Edgar le encanta ir al parque, tenemos 2 parques a unas cuantas cuadras, pero además Ottawa tiene parques por todos lados, y más de uno me ha parecido encantador y Edgar no ha desaprovechado ninguna visita a un parque. La contaminacion, ¿cuál? de verdad que no se compara con la de las grandes ciudades de México. Un día hubo una alerta de contaminación extraordinaria porque estuvimos como a 45 puntos IMECA, cuando lo normal es estar abajito de los 20, y de hecho se dice que la mayor parte de la contaminación la trae el viento del otro lado (gringolandia). Hasta ahora sólo una ocasión he estado en la calle a altas horas de la noche, podía ir a pie a casa pero pues no tenía idea de la seguridad. Me preguntaron los compañeros si sabía cómo ir, les dije que sí pero que no sabía que tan arriesgado era. Se rieron y me aseguraron que salvo que anduviera buscando pleito, o bien fuese mujer, anduviera sola y tuviera muy, pero muy mala suerte, no pasaba nada. De cualquier manera me dijeron que nunca está de más caminar por calles bien iluminadas y por donde haya mayor movimiento de personas. Y pues en efecto, en mi camino a casa no vi nada que me hiciera sospechar o temer.

Seguro no lo he visto todo. Pero en este año si he visto mucho y he aprendido muchísimo, hasta hice mi declaración de impuestos! Pero sobre todo, lo que más me satisface es que hemos superado el primer año con buenos resultados en lo academico y en nuestra vida familiar. Todavía hay mucho más qué hacer, aprender y superar. Hay que seguir echándole muchas ganas. Los primeros meses fueron muy traumantes para mí, pero ya pasó, ya no me siento tan angustiado, ni deprimido, y últimamente he comenzado a sentir que las cosas ya no me son tan extrañas. Lo mejor de todo, por lo que estoy agradecido y lo que más me anima, es que Tere y Edgar Rodrigo están conmigo, y que tenemos salud.

viernes, agosto 12, 2005

Llegada a Canadá

Posted in Canadá, Viajes a 7:09 pm por tlahui

El 2 de agosto de 2005 comenzó muy temprano, no recuerdo la hora exacta pero para las 9 de la mañana yo ya me había rasurado, bañado, desayunado, limpiado los zapatos e incluso había pagado el teléfono y bajado las maletas. A las 9 y cachito llegó el padrino de Tere y su tió Ángel quienes nos llevaron al aeropuerto. Llegamos al aeropuerto de la ciudad de México a muy buena hora. Registramos nuestro equipaje como a las 10:30 de la mañana. Llevabamos 4 maletas super grandes y pesadas, la más pesada era de 50 kilos, además de una laptop, una mochila con cosas de Edgar Rodrigo, el asiento de auto de Edgar Rodrigo y un colchón inflable.

Como el peso máximo por cada pieza de equipaje es de 32 kilos tuvimos que quitarle peso a 3 de nuestras maletas y armar con eso una quinta maleta, por suerte una amiga de Tere, que nos acompaño en el viaje, llevaba una maleta vacía y así pudimos llevar todas nuestras cosas. Yo creí que ibamos a tener que dejar cosas en México.

A las 11:00 ya habiamos superado el reacomodo de equipaje y teníamos 2 horas libres, así que nos fuimos a almorzar con todas las personas que nos acompañaron: Los papás de Tere, los padrinos de Tere (Arturo y Alicia), mi compadre Rodrigo, Magdalena (la amiga de Tere) y su hija Ilse. A las 13:00 nos despedimos y nos encaminamos a la sala para abordar el avión. Ahí llamé a mi mamá y a mi abuelita para despedirnos. Fuimos casi los últimos en subir al avión, no querían que subiera el asiento de Rodrigo pues me dijeron que el avión iba lleno y que tenía que llevar al bebé en las piernas, pero como pagamos su asiento no tuvieron más opción que dejarnos. Sin embargo, nos tocó la fila 36 y el avión solo tenía 35 filas, así que nos tuvimos que acomodar en otro lugar.

Rodrigo no se asustó, ni nada parecido y una vez que despegó el avión se quedó dormido. Fueron cerca de 5 horas de vuelo a Toronto, aterrizamos a las 8 de la noche. El aeropuerto de Toronto está en remodelación y ese día ocurrió algo unas 4 horas antes, así que aterrizamos en una pista donde no hay terminal y nos llevaron en autobus a la terminal, lo cual fue un tanto desagradable por la cantidad de gente, de calor y porque no había nadie que nos dijera que pasaba…

Llegamos a la inmigración, me atendió un asiatico que casi no abría la boca para hablar y casi no le entendía. Yo nunca he tenido necesidad de comunicarme en inglés, así que tenía mucha inseguridad sobre mi capacidad de comunicación y eso no me ayudaba en nada. El tipo de inmigración me dió el permiso de estudio con tan solo la carta de aceptación de la universidad, jamás me preguntó por el financiamiento de los estudios ni por la actividad de Tere y Edgar Rodrigo. Después de eso me pasaron con otro oficial que emitió los permisos de visitante de Tere y de Edgar Rodrigo.

Después fuimos a recoger nuestro equipaje: nuestras 5 maletotas. Afortunadamente ahí hay carritos, así que no tuvimos que cargar demasiado, yo pensé que tendríamos que hacer algo especial, que nos revisarían el equipaje o algo, pero no fue así. Simplemente dejamos nuestra declaración de impuestos en una cajita y listo.

Seguimos los letreros de conexión con otros vuelos y al poco de caminar encontramos la banda de equipaje para esos vuelos, sin embargo nos dieron la noticia: No podíamos dejar nuestro equipaje ahí, el aeropuerto estaba cerrado por un incendio de un avión de Air France y no podríamos volar a Ottawa, así que debíamos: conseguir hotel y pagarlo nosotros, llevarnos nuestro equipaje y cambiar nuestros boletos de avión. Les dije que no era nuestra culpa que eso ocurriera y que no nos parecía justo tener que pagar nuestro hospedaje y nos dijeron que como no era culpa de la línea aerea nosotros teníamos que pagar. Entonces les dije que por lo menos nos permitieran dejar el equipaje pues era demasiado como para llevarnoslo para una noche, a lo cual accedieron. Me dieron los teléfonos para conseguir hotel barato (especial para pasajeros en esas circunstancias) y para cambiar nuestros boletos.

Llamamos para conseguir hotel, no hubo problema, solo que el taxi nos salió en 50 dolares! y eso que era super cerca del aeropuerto pero como las rutas principales estaban cerradas por el incendio el taxi tuvo que dar una vuelta larguisima. Nos hospedamos en el hotel Radisson de Missisauga, un poco lejos de Toronto, así que no tuvimos oportunidad para conocer Toronto.

Llegando a la habitación intenté llamar para cambiar nuestros boletos y después de más de media hora en la línea me cansé y colgué. Me salí a buscar que había por ahí para cenar, no teníamos hambre, pero a lo mejor viendo algo se nos antojaba. No encontré nada, pero al llamar nuevamente a la línea aerea una grabación dijo que el tiempo estimado de espera era de 45 minutos, así que regresé a la habitación y nos fuimos turnando para esperar en la línea. Nos cambiaron los boletos para el día siguiente: 3 de agosto a las 16:10.

Después de eso fui a la recepción a pedir un cable de red y me conecté a internet, así ese día pude mandar un correo a los familiares para que no se preocuparan. Imaginabamos que habrían tenido noticia del incendio y que estarían preocupados. También le escribí al director del Instituto de Ciencias Cognitivas (Cognitive Science Institute) Andrew Brook para informarle del contratiempo, el me contestó en instantes.

Ahí terminó el día, no recuerdo la hora, seguro pasaban de las 11 de la noche de aqui, una hora más que en México. Todos estabamos muertos!